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Foto del escritorCarlos Torres

¿Otros 30 días (mínimo) de encierro?



Se declaró el día de hoy, 21 de abril, la fase 3 de contingencia en nuestro país. Un mes más de encierro y distanciamiento social. ¿Qué implica para nuestra salud mental? ¿Cómo sobrevivir?

No a todo mundo sienta bien el encierro. Ni siquiera a las personas que gustan de su tiempo a solas. La diferencia estriba en que, cuando uno busca voluntariamente la soledad, nuestra mente lo ve como algo positivo, cuando es impuesta, ocurre lo contrario. Ahí va el primer consejo, cambiando nuestra perspectiva acerca de la contingencia, podemos sobrellevarla un poco mejor. Si todos los días me recuerdo que, de hecho, nadie me está obligando, sino que me estoy protegiendo por elección, pues bueno, la cosa cambia bastante.

Si tomamos la responsabilidad, en lugar de verlo como un hecho impuesto desde fuera, es mucho más sencillo de cambiar nuestra perspectiva.

Mi segundo consejo es que no te desesperes. Des-esperar. Odiaba esos ejercicios que mis maestros aplicaban al lenguaje en la facultad. Se me hacían sumamente pretenciosos honestamente, pero me he encontrado a mí mismo haciéndolos últimamente. En ocasiones y sin forzarlos, creo que desarticular la palabra ayuda a ver qué diablos estamos haciendo en sí. Des-esperar es una conducta. O sea, no queremos esperar. Esperar es parte fundamental de este nuestro planeta. Por des-esperados podemos provocar un accidente, echar a perder un proceso, etc., etc. ¿Cuál es la solución? Pues esperar. No suena muy bonito, ni muy elaborado, pero esperar es la solución. Saber y estar consciente de que la gratificación instantánea no ocurrirá y que todos mis esfuerzos por tratar de adelantar el proceso solamente interferirán con el mismo. Debido a una gastritis bastante fuerte, me vi a mi mismo buscando alternativas y finalmente di con el mundo de los probióticos. La paciencia es fundamental en estos procesos. No puedo, por des-esperarme, hacer que el kéfir (o bulgaritos como les decimos aquí en México) hagan más rápido su trabajo simplemente porque se me antoja. Si cuelo el producto antes, lo más probable es que no quede bien y no tenga su característico sabor agrio. Tengo que esperar y dejar que las cosas sucedan cuando tienen que suceder. Practica la paciencia mediante la aceptación y la plenitud, conceptos que ahondaré en un artículo posterior, pero que son el cimiento de la consciencia plena.


Mantente ocupado. El mundo no se acabó, y tampoco tienen por qué acabar tus actividades. Es un buen momento para que analices bien tus patrones de pensamiento, comportamiento y emoción. El encierro no es sino una oportunidad para que te conozcas profundamente y dejes de poner pretextos. El mundo sigue girando y mientras tengas salud, puedes hacer prácticamente todo lo que te propongas, si es razonable. Mantén tu mente ocupada de manera significativa. Profundizaré un poco en esto último que acabo de decir con “de manera significativa”. Mantenerse ocupado no es sino una recomendación genérica. Mucha gente ha estado precisamente ocupándose en la cuarentena. Mucha gente se ha tomado ya al menos 10 cursos en línea y ha leído libros, etc. El problema es que no se logra hacer un vínculo con algo significativo. Sirve de poco, por ejemplo, haber ya cursado esos 10 cursos en línea si no los vínculo con mi negocio, con mi práctica diaria, etc. Por ejemplo, es como si tomáramos un curso en línea sobre filosofía Budista y simplemente nos quedamos con el conocimiento teórico, pero no tratamos de vincularlo con nuestra vida cotidiana o con mis pensamientos y acciones con mis personas significativas. A eso me refiero con llevar esas ocupaciones a algo significativo, si no estaríamos como Sísifo por toda la eternidad, condenados a hacer un enorme trabajo que no termina en nada significativo.


Tres consejitos, espero les sean de utilidad. Hasta aquí el Psicólogo Carlos Torres. Nos vemos en la siguiente entrada.

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