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Foto del escritorCarlos Torres

¿Todos necesitamos ir al psicólogo?


psicoterapia cognitivo conductual

Es una afirmación que he escuchado muchas veces a lo largo de mi carrera. Por practicidad, voy a dividir en dos categorías (muy amplias) a las personas que dicen esto: personas que lo dicen por compromiso, y personas que realmente lo creen. Sobre las primeras, me he dado cuenta de que usualmente sueltan ese argumento para quedar bien cuando saben que soy psicólogo.


Usualmente, si le escarbamos tantito, el argumento para quedar bien se da por una especie de complicidad hacia mi persona, ya que consideran que seguramente los estoy analizando o leyendo la mente o algún, telequinesis o algún otro tipo de poder mental que estas personas creen que adquirimos durante nuestro entrenamiento como psicólogo. Lamentablemente, yo no tuve en mi currículo esas materias optativas, pero sí me vendrían bien.


Ahora, sobre el segundo tipo de personas y, más que nada sobre su argumento es que se centra esta entrada de blog. ¿Es realmente que todas las personas acudan a un psicólogo? ¿Cómo prevención? ¿Es menesteroso? Entiendo el porqué algunas personas lo piensan. Puede ser que hayan tenido una experiencia grata con la terapia psicológica, o puede ser que viendo cómo están sufriendo o siendo insufribles sus compañeros de trabajo o familiares (o ellos mismos) y eso los lleva a creer que se debe intervenir. ¿Pero la psicología tiene ese don? ¿Ese poder de intervenir en tiempos de relativa paz?


¡Pues claro que sí! ¿Pero a qué costo? Como terapeuta cognitivo conductual, creo que por supuesto que disponemos de herramientas tanto correctivas como preventivas. Y no sólo de mi corriente. De hecho, prácticamente todas las corrientes tienen algo bueno qué decir o hacer para promover la salud mental (Todas las corrientes por lo menos que tienen, aunque sea un atisbo de análisis crítico y científico).


¿Cuáles son las herramientas de la terapia cognitivo conductual que nos pueden ayudar a prevenir y mantener la salud mental? He aquí una pequeña lista:


Análisis funcional de la conducta:


Cualquier terapeuta cognitivo conductual que se precie de serlo (y esto es forzoso) tiene que ser un experto en poder identificar las variables que llevan a una persona a poder ser funcionales o disfuncionales en su vida. Esto tienen que poder hacerlo hasta en una plática casual, en la que identifiquen variables de aprendizaje, reforzamientos, emociones y pensamientos que deriven en comportamientos que puedan llevar a algún problema más adelante.

Por ejemplo, uno casualmente le podría platicar a su psicólogo acerca de cómo pasa su tiempo libre, o cómo celebra con sus amigos, y el psicólogo podría hacer recomendaciones para que no se exceda y se vuelva problemático.

Mindfulness:

Es una herramienta básica que, en mi opinión todo ser humano se podría beneficiar de ella. El mindfulness es la práctica consciente de poner atención al momento presente. No necesita más explicación, literalmente es eso: poner atención al presente y vivir en el aquí y el ahora. Como seres humanos, nos la pasamos disociados de nuestro presente y nuestra mente se estresa por cosas que ni han pasado y posiblemente de hecho ni pasen. Vivir en el aquí nos permite tener una mejor vida, así de simple. Una visita con un especialista en mindfulness (o incluso leer y tratar de hacerlo en casa) puede ayudar y mucho.


Catarsis:

El simple hecho de poder ser escuchado con una actitud no juiciosa por parte de otro ser humano, en donde nos sentimos libres de hablar y decir lo que queramos tiene efectos positivos. El simple contacto con otro humano ayuda, un humano con aparente paciencia infinita y que no nos juzgará, ayuda a sanar. Todos podríamos beneficiarnos de esto.


Estas son algunas herramientas muy básicas para que podamos argumentar que sí, todo el mundo podría o debería de ir al psicólogo. Pero me gustaría dejar una reflexión final sobre la posibilidad de que esto fuera cierto.


Para que se pudiera, tendría que haber una cantidad enorme de psicólogos. Y psicólogos bien entrenados. Que no hay.

No basta con tener una licenciatura, es más no basta con tener una maestría. Los títulos son importantes, pero el siguiente paso a obtener es la vocación. Y no todo el mundo tiene eso. Otro problema que me he encontrado es que, si bien habemos muchos psicólogos, un error común que he visto de algunos colegas es que, en algún punto u otro, sus prejuicios personales terminan por imponerse. Juicios morales, éticos, etc., en los que su ideología termina por sustituir al conocimiento técnico y al juicio clínico. Mucho más cuando se tratan de asuntos preventivos, no correctivos. Todo terapeuta debe conocer cuál es el plan de tratamiento general para casos de depresión, ansiedad, trastornos de personalidad. De eso, si bien estoy seguro de que, si pasaron al menos por una licenciatura y diplomado, o diplomado y maestría, mínimo tendrán ese conocimiento. ¿Pero digamos, cómo se intervendría ante un posible cambio de religión? ¿Ante las creencias sobre la educación de los hijos? Cuando se suscitan dilemas morales, usualmente se pide la opinión del terapeuta, pero es opinión, como decía está seguramente sesgada ya que parte de opiniones y no de experiencia clínica.

¿Estamos seguro de que los psicólogos pueden o deberían de intervenir a modo de prevención? No lo sé. ¿Tenemos la capacidad de atender a tantas personas? Sin duda alguna, no.
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